Vas paseando por un parque, por el campo, por el bosque, si tienes un poco de suerte o por la orilla del mar, si eres una de esas personas afortunadas, a las que no les tengo ni una gota de envidia, para nada.

Pero volviendo a tus pasos, ¿dónde tienes puesta tu mirada? Y más importante, ¿sientes el peso de tu cabeza?

Hay quien se detiene, contempla el paisaje y sigue con su paseo. Otras buscan pequeños tesoros en forma de piedras mientras caminan, incluso las hay que miran siempre al suelo, procurando que un pie vaya delante del otro, controlando dónde pone cada su siguiente paso.

¡Qué diferente sería ir mirando al frente! Sin miedo a tropezar ni a ensuciarse, vamos a llamarle por su nombre, con cacas.

Esta es mi experiencia. Hace unos días, paseando por el monte (no soy la chica con suerte de la playa) me di cuenta de que iba llenando mi mente de regalos.

Florecillas en el bancal, un árbol seco con formas fantasmagóricas, las mariposas que me acompañaban parte del camino (estoy segura de que eran mis abuelas, pero de eso ya hablaremos en otro momento).

De pronto paré y me di cuenta de que tan apenas había mirado al suelo. No tenía la necesidad de controlar mis pisadas. Me sentía enraizada, segura, fuerte. Incluso diría que hasta mi corporalidad era de «paz».

Y tengo claro porque era así.

En este momento vivo el presente, el hoy y estoy segura aquí.

Sé donde piso y aunque a veces no sé adonde me llevarán mis pasos, me fío de ellos. Mi mente vuela feliz y disfruta de sonidos, de aromas y de los primeros brotes verdes de los árboles.

Puedo sentir la brisa.

Y agradecer.

Porque el presente es un regalo.

Y en el momento en el que te das cuenta de que estas dos palabras son sinónimos y de todo lo que ello implica…

La neurona de tu cabeza da botes acelerados de un lado a otro, el estómago se lanza a una voltereta triple mortal y sin red y un ligero pestañeo hace que la venda de tus ojos caiga al suelo.

Quizá seas una de esas personas afortunadas que ya se habían dado cuenta, pero si, como a mí, te cuesta un poco más, ahí te lo dejo.

No busques más regalos, abierta a recibir siempre, ¿qué mejor presente que el hoy?