Hoy hace un año que mi cabeza se vació, mi cuerpo desconectó y mi vida frenó en seco.

A las 7:30, durante un viaje en bus a Zaragoza, decidí escuchar un podcast de Angel Martín, en Por si las voces vuelven. Me pareció interesante la conversación que podía tener con Dani Martín, y así fue. A las 19:30, en el viaje de regreso a casa, volví a escucharlo, esta vez hablaba con Mercedes Milá.

En ambos trayectos sentí que parte de lo que contaban resonaba en mi cabeza, en mi estómago o en mi pecho.

Aquella noche dormí mal y al despertar, la NADA más absoluta. Visita a la doctora, llanto, pastillas, ansiedad, desconexión y NADA.

Vacía de emociones, de pensamientos, de conversaciones; desconectada por voluntad propia de llamadas, visitas y consejos, pasábamos los días mi soledad y yo.

Sabía que fuera me esperaban y que me daban mi tiempo: sin prisas, ya volverás. Sobraban las palabras, los consejos; yo sabía quien esperaba mi regreso, no hacía falta que me lo dijeran.

¿Escribir lo que sentía? ¿Liberar con la escritura? ¡Imposible! Estaba vacía, no podía ni tan siquiera pensar dos frases coherentes seguidas. ¿Leer? Como mucho ojear las fotos de las revistas.

Me hice experta en Sudokus, soy ahora mismo nivel Experta ++ La parte creativa de mi mente se había tomado un descanso y la parte matemática lo aprovechó para lucirse. Letras 0 – Matemáticas 1

Ví series y películas, pero he olvidado cuáles. Encontré, con el tiempo, el mensaje de Whatsapp que envié a alguno de mis contactos al volver de la consulta . Fue una sorpresa para mí, no recuerdo haberlo escrito.

No creo que deba pedir perdón por llamadas no contestadas, ni por mensajes no leídos. Yo ya he perdonado a quien, sin pedirlo, me daba consejos que no necesitaba y me agobiaban con ello.

Soy una persona positiva, con muchas ganas, siempre dispuesta, grandes proyectos, amiga de sus amigas, me apasiono con todo lo que emprendo, muy pantera con mi familia… Pero me olvidé de mí, de vivir en el presente, de que no soy la Súper Woman que me decían que era.

Y volví, para quedarme, para escucharme y para quererme. Ahora soy una mujer nueva, con mis virtudes y mis defectos, con mis pasiones y proyectos, pero con una escucha activa de mi cuerpo y mi mente. He aprendido a decir no, a retirarme a tiempo para lograr una victoria, a vivir aquí y ahora.

Gracias de corazón a quien supo esperar a que yo saliera para decirme que siempre había estado, pero eso yo ya lo sabía.