Si dicen que es un cangrejo, ¿quién soy yo para negarlo? Son mis alumnos de la escuela de teatro de Valjunquera, pero la que siempre termina aprendiendo soy yo.

Aprendo de su inocencia, de su sinceridad y de sus ganas de aprender. No tienen filtro, ni falta que les hace.

Son auténticos en sus movimientos e improvisaciones, en sus lógicas y sus razonamientos. Todavía no han encontrado barreras sociales que les digan que algo no se hace porque es «ridículo».

Ojalá pudiéramos olvidar por un rato la censura que nos pone la sociedad, y la que nos ponemos nosotros mismos, que es mucho más dura. Ojalá volviéramos a la niñez por un día y disfrutáramos de los juegos, de las risas, del baile y de la vida.

Yo veo un cangrejo. Espero que tú también consigas verlo.